Y aquel grito bastó para que todos los animales corrieran a refugiarse en sus cuevas. ¡Por supuesto! Si no lo hacían, morirían de frío y hambre. Pero...¿dije todos? Disculpen..., no todos. Uno de ellos, no tenía dónde refugiarse. Y no porque tuviera poderes mágicos que lo salvaran de un clima tan peligroso, sino porque todos los animales lo echaban de los lugares donde quería guarecerse.
- ¡Es que tú apestas! ¿Cómo pretendes quedarte entre nosotros? - le decían.
¡El pobre! Nadie resistía su compañía. ¡Ni siquiera los que por algún resfriado o alergia, tenían la nariz tupida!
A ver, tú que estás leyendo este cuento: ¿se te ocurre una solución para que este pobre amiguito no muera de frío?
Bañarse podría haber sido una solución para otro animalito, pero no para este. ¿Y saben por qué? ¡Porque se trataba nada más y nada menos que de un zorrillo apestoso! El mal olor del pobrecito caminaba con él para todos lados. Ninguno se compadecía de él.
"¿Qué culpa tengo yo de mi mal olor? Así me hizo Dios. Podría estar bañándome todo el día y el mal olor seguiría ahí. ¡Por su culpa nadie me acepta! ¡Nadie me comprende!", dijo ese día don Yoyó, el zorrillo, sin sospechar que una liebre desde su madriguera lo escuchaba. La buena liebre, que lo había botado ya varias veces, lo llamó.
- ¡pst!¡Yoyó! ¡Acércate!
Yoyó, sorprendido, miró a todos lados. ¡Sí, lo llamaba a él! ¿Quién más se llama así en todo el bosque? Y Yoyó se acercó.
- ¿Cómo es eso de que no tienes culpa de tu mal olor? - preguntó la liebre curiosa.
- Así es, doña Liebrina. Mi olor es un mecanismo de defensa. Eso quiere decir que, cuando estoy en peligro, de mi cuerpo sale el mal olor para defenderme y espantar a mis depredadores. - ¡Caramba, don Yoyó! ¿Por qué no lo dijo antes? - dijo la liebre mientras se tapaba la nariz - . Entonces, debo entender que, si usted no corre peligro, no habrá mal olor. - Entendió bien, doña Liebrina - respondió. - ¡Pues pase usted, amigo! - dijo la liebre sin dejar de taparse la nariz - . Le encantará este pastel de nueces y zarzamoras que hice esta mañana! En mi casa no corre peligro, así que en ella podrá quedarse por el momento.Cuando acabó el invierno, la liebre logró que todos los vecinos aceptaran a don Yoyó, aun con su aromático defecto. Nunca más le negaron refugio en el bosque. Con el tiempo, don Yoyó, con la ayuda de sus nuevos amigos, construyó una hermosa guarida, con microondas, calefacción y hasta Internet inalámbrico.
(C)Vilma Reyes
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————
—————